1. El primer día fue de adaptación al medio, porque nada más llegar encontrarte con un asedio contínuo de gente que quiere que les compres algo, que les des dinero, comida, que vayas a comer a su puesto de la plaza, que quiere hacerte un tatuaje de henna, que te hagas una foto con ellos previo pago...sin poder dar un paso tranquila, agobia. A partir del segundo día lo asumes como normal y te desenvuelves bastante bien, siempre con la sonrisa en la cara y el "No, gracias" preparado.
Nuestra vista desde el hotel
2. Tenemos cara de españolas y no lo podemos negar. A todas nos decían María o María José para llamar nuestra atención y lo que más les gusta de España es el Barça...y el porno. Su obsesión era si queríamos conocer al Nacho Vidal marroquí y a mi amiga L, un chaval puesto hasta las cejas con el que tuvo un encontronazo, la llamó Lucía LaPiedra.
3. No discriminan, le tiran a todas. Todas somos guapas y preciosas. El piropo que más gracia me hizo y que me dijeron más de una vez fue llamarme Shakira. Otro me dijo en la misma frase "muy guapaaa, muy gordaaa" (?)..."es que a ellos les gustan jamonas" me dice una compañera a modo de explicación...¿gracias?
4. Es una ciudad de contrastes. La gente pidiendo dinero y comida en la plaza Jemaa El Fna y a 500 metros un Hotel de lujo, al que una compañera se empeñó en entrar y donde no nos dejaron pasar por ir en chanclas.
5. El tráfico es un caos controlado. No hay casi semáforos ni pasos de cebra y total, para lo que sirven. Cruzar la calle es jugarte la vida cada vez, o te lanzas o no cruzas, y las motos van por donde quieren, por la plaza y las calles peatonales te pasan a centímetros y más de una vez estuvieron a punto de llevarnos por delante, pero no vimos ni un sólo accidente.
6. El jueves fuimos a un Hamman, donde la dueña era española. Una pasada. Nos lavaron cuerpo y cabeza, nos exfoliaron (al rico frote) y después nos dieron un masajito en los pies. Salimos nuevas.
7. Allí se regatea en todas partes y yo no sirvo para eso, más cuando estás viendo que el precio que te dicen de primeras es ridículo, por eso siempre lanzaba a mi amiga L a negociar. Ahora, aviso, si no vas a comprar, no regatees precio, les pone de muy mala hostia. Normal.
8. La gente, en general, es muy amable y simpática, el problema es que como la mayoría se acercaban para sacar algo a cambio, cuando venía alguien para ayudarnos con una dirección o algo, siempre desconfiábamos.
9. Cenamos todas las noches en los puestos de la plaza, donde "lavaban" los platos metiéndolos en un cubo de agua negra y aún así, no nos dio cagalera a ninguna, al revés. "Estamos arriesgando poco" era nuestra frase.
10. Conclusión: Tenéis que ir. Es otro mundo. Todo lo que os diga es poco. Muy recomendable.